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LAVCA in the News

Las ‘Startups’ Sacuden a América Latina

28 July 2016

Zonngo no nació en un garaje. Su fundador, Kevin Melgarejo, nunca estuvo rodeado de mentores, inversores y emprendedores que se dan a chorros en los hubs tecnológicos de EE UU, Europa o Asia. La idea de montar una calculadora web de precios para vender y comprar móviles, tabletas y ordenadores se forjó en la Universidad Nacional de Ingeniería de Perú, a 7.000 kilómetros de Silicon Valey, la tierra prometida para aquellos que deciden montar una startup. El proyecto de este joven universitario de 21 años germinó en mayo de 2015 y desde entonces ha recaudado 22.000 dólares (19.600 euros) de capital semilla. “América Latina es una región en movimiento y ha demostrado su capacidad para generar empresas innovadoras”, dice Annalisa Primi, jefa de unidad de políticas estructurales e innovación de la OCDE.

La experta del organismo internacional ha visto en el último lustro un creciente desarrollo de startups que han sacudido la zona. Durante este tiempo, además, ha observado un cambio de mentalidad y una mayor aceptación de los Gobiernos del subcontinente hacia los emprendedores. “Las startups se apreciaban como un tema ajeno y lejano”, asegura. “Hoy la percepción es mucho más abierta”.

Los inversores de capital riesgo han visto el potencial en esta parte del mundo y han comenzado a echar lentamente la carne al asador. En 2015 invirtieron casi 600 millones de dólares (535 millones de euros) en startups tecnológicas de la zona, según la Asociación Latinoamericana de Capital Riesgo y Capital Privado (LAVCA, por su acrónimo en inglés). De acuerdo con un análisis de la firma, integrada por 200 fondos, en el último lustro 667 startups de la región han recibido más de 2.000 millones de dólares en financiación. Brasil ha sido el mayor beneficiario con esta derrama, según LAVCA, por detrás están México, Argentina y Chile.

Sin embargo, el dinero esparcido por los venture capital en Latinoamérica representa una pizca del maná de recursos que se distribuyen alrededor del planeta. De acuerdo con un estudio realizado en conjunto por KPMG y CB Insights, en el cuarto trimestre de 2015 la inversión de las firmas de capital riesgo en el mundo alcanzó los 27.000 millones de dólares. Estados Unidos acaparó el 41% de esta derrama, Asia el 35,9%, Europa el 11% y el 12,1% recayó a otras regiones.

La financiación, comenta Primi, se ha convertido en el eslabón más débil en la larga cadena de necesidades para crear una startup en América Latina. “Una baja madurez de los mercados financieros y una menor propensión de los bancos a financiar a empresas innovadoras limitan la expansión de estas empresas”, arguye un análisis de la OCDE. En 2013, ejemplifica el organismo, en Estados Unidos el endeudamiento bancario representaba entre el 15% y el 30% del financiamiento inicial para crear una startup; en América Latina este porcentaje fue inferior: en Brasil llegó al 7%, en Chile y en México estuvo casi ausente, desglosa el estudio.

El panorama no es mucho mejor cuando se habla de los recursos que necesita una startup en proceso de madurez o expansión. Mientras que en EE UU los fondos de capital de riesgo e inversionistas ángeles aportaron, en 2013, entre el 20% y el 47% del financiamiento a las nuevas empresas innovadoras, en Brasil contribuyeron con un 23%, un 17% en Chile y un 5% en México. “En el mundo de las startups lo importante son las ideas, el dinero llega solo”, refuta Isaac Phillps, cofundador de Pig.gi, una empresa mexicana que desarrolló una aplicación para teléfonos Android que coloca publicidad en lugar de la imagen del móvil bloqueado y que por mirarla da tiempo aire para navegar o hacer llamadas.

Chile se ha convertido en un referente en la región. En 2010, a iniciativa del Gobierno, se puso en marcha un programa para atraer talento extranjero y crear nuevas empresas innovadoras. Startup-Chile ha apoyado, con recursos y asesoramiento, la creación de más de 1.000 startups en los últimos años. Su éxito ha sido de tal magnitud que el modelo ha sido replicado en Brasil. El paso que ha dado Chile le ha dado frutos en poco tiempo. Según la OCDE, el país sudamericano tiene entre sus filas a un unicornio (startup con valoración superior a un 1.000 millones de dólares), cuatro centauros (valorada entre 100 millones de dólares y 1.000 millones), y 31 “little-ponies” (entre 10 y 100 millones de dólares). Por su parte, Singapur, un país con un ecosistema sofisticado en materia de emprendimiento, cuenta con dos unicornios, 12 centauros y 27 “little ponies”, según el análisis de la OCDE.

“Los Gobiernos y los inversionistas de América Latina están fomentando con fuerza la ayuda a los emprendedores”, destaca Sebastián Cerone. “Se han dado cuenta de los beneficios económicos y sociales que generan”. Cerone es cofundador de Less, una firma argentina que ha desarrollado sensores inteligentes que permiten conocer la temperatura y la humedad en el interior de una silobolsa, un contenedor para el acopio de granos. Al respecto, la OCDE asegura que en los últimos cinco años Chile, Perú, Colombia, México, Argentina y Brasil han puesto en marcha apoyos focalizados en este tipo de empresas. Sin embargo, las políticas públicas no son lo suficientemente ágiles y rápidas al momento de dar soporte (asesoría, capacitación y marcos legales propicios para la creación de nuevas empresas), argumenta el organismo.

Para Hugo Kantis, director de Programa de Desarrollo Emprendedor (Prodem), un organismo de la Universidad Nacional de General Sarmiento (Argentina) especialista en el desarrollo innovador en América Latina, la tarea de impulsar a las startups debe de ser una labor en conjunto entre el sector público y el privado. Los Gobiernos, en general, trabajan para generar las condiciones necesarias, tanto legales y financieras, para impulsar a este grupo de empresas, dice el experto. “Pero si uno mira los ecosistemas más maduros a nivel internacional, algo que los diferencia de los de Latinoamérica es el sector privado tiene mucho mayor fuerza”, agrega. “En la región predominan las iniciativas de universidades públicas o privadas”.

Primi, de la OCDE, indica que para dinamizar a las startups es necesario ir a la base: incrementar sustancialmente la inversión en I+D y acompañarla con un progresivo apoyo del sector privado. Los países de América Latina siguen gastando poco en ciencia, tecnología e innovación. Entre 2009 y 2013, el porcentaje de PIB dedicado a este rubro pasó del 0,63% al 0,74%. La cifra dista del promedio que se tiene en los países de la OCDE, donde se invierte alrededor del 2,3% del PIB. “No olvidemos que detrás de las startups hay personas, en su mayoría jóvenes, que contribuyen a la economía de un país y que se convertirán en el futuro de la región”, concluye Primi.